LAS ESTRELLAS APAGADAS
En 1.664 el convento alcaudetense de la Encarnación, perteneciente a los carmelitas descalzos, que se levantaba en la actual Plaza del Carmen, desarrollaba su labor evangélica en nuestra villa. En su iglesia, única dependencia del mismo que perdura hoy en día, recibía, y recibe, culto la milagrosa imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno.
En el referido año, algunos religiosos de este convento, que se halla próximo al de Santa Clara, observaron en diferentes noches, y en repetidas ocasiones, como sobre la Capilla Mayor del monasterio de religiosas, por la parte de afuera, aparecían once luces, a modo de estrellas.
Este fenómeno fue observado por otras muchas personas. Ante ello, los monjes se desplazaron a Santa Clara para intentar aclarar el misterio, que en un principio atribuían al nacimiento de nuevas vocaciones para entrar en él. En este recinto sagrado se les dijo que no era así, pues en las últimas semanas no había ingresado ninguna nueva religiosa.
El interés por estos acontecimientos no disminuyó, pues las apariciones estelares continuaron. Una noche constataron que el número de estrellas bajó a diez. Al día siguiente volvieron a ir al convento de monjas, y al preguntar si había sucedido algo extraordinario en el mismo la noche anterior, les respondieron que había muerto sor Rosario Espínola, religiosa famosa por su santidad y celo religioso.
Esta coincidencia se volvió a repetir en varias ocasiones más, lo que les indujo a pensar que existía una segura relación entre las muertes de monjas de reconocida santidad y la desaparición de las luces.
Conforme a esta opinión el superior del convento dio la siguiente versión de estos hechos: Dios daba a entender con la visión de las luces que este Monasterio de Santa Clara era un taller en donde labraba estrellas para colocarlas seguidamente en el cielo.