LA MADRE QUE AMAMANTABA A UNA CULEBRA.

 

Una lozana moza tenía un niño pequeñito al que amamantaba con el abundante y "bien mineralizado" manantial de su pecho. Pese a lo cual el niño no estaba lo fuerte que cabía esperar. Además la criatura lloraba con fuerza en la madrugada. Consultado el médico, la respuesta dejó confusos a los padres: el niño estaba insuficientemente nutrido.

La madre decía sentir un sueño pesado al amanecer, precisamente en los momentos en que el bebé comenzaba su fuerte llantina.  El padre presintió algo extraño y decidió velar una noche.

 

   Cuando llegó la hora de mamar el niño, a quién maquinalmente la madre ofrecía la ubre en la oscuridad, encendió una luz y recibió una desagradable sorpresa: agarrada al pecho de la madre había una culebra que entretenía con la cola el hambre del chiquillo. Matada la "bicha" quedó solucionado el problema y el niño creció fuerte como el roble.

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