DE ENCLAVE FRONTERIZO A VILLA RENACENTISTA

Su caserío se derrama por la ladera del cerro, abrazando sus dos edificios más insignes: la fortaleza y la iglesia de Santa María la Mayor. Alcaudete se expande en forma de anillo y desde sus miradores se divisan las ricas tierras de olivar y huertas. Cuenta Alcaudete con tres aldeas: La Bobadilla, Los Noguerones y El Sabariego, donde el blanco de sus casas sobresale entre el verde del olivar.

La plaza de Santa María es el punto de partida de la visita a la villa. Desde sus miradores se contemplan las murallas medievales, alzadas por los árabes y reforzadas por los cristianos para proteger el espacio urbano intramuros, hoy día despoblado. Aquí se levanta la iglesia de Santa María la Mayor, de traza gótica. Tiene planta rectangular de tres naves rematada en capillas con bóvedas de crucería. La central es obra de Martín de Bolívar. Su capilla mayor fue ampliada en el Renacimiento por Francisco del Castillo. Ascendiendo a la cumbre del cerro, se llega al Castillo, uno de los más importantes y mejor conservados de la provincia. De alcázar islámico o His al-Gabdaq, como lo denominan las fuentes árabes, pasa a ser fortaleza de la Orden Militar de Calatrava. Desde la plaza de Santa María conviene visitar la iglesia de San Pedro, fechada en el XVI y proyectada por Francisco del Castillo. Su planta de salón de tres naves está cubierta por bóvedas vaídas, características del genial Andrés de Vandelvira. Ascendiendo por la calle Campiña se alcanza la plaza 28 de Febrero, centro neurálgico de la villa. En ella se localiza el Ayuntamiento, de estilo barroco, custodiado por la figura de San Miguel, su patrón. Adosado a él se alza el Arco de la Villa, la puerta principal de acceso a la ciudad medieval. A través de ella, el viajero se adentra en la zona de expansión que adquirió el municipio entre los siglos XVI al XVIII. En ella destacan edificios civiles y religiosos de muy diversos estilos, que engalanan y embellecen las calles de su casco histórico. Sobresale la ermita de la Aurora, hoy convertida en cafetería.

Ascendiendo por la calle Llana, principal centro comercial de la villa, localizamos varias casonas de familias nobiliarias que muestran su poder económico a través de la construcción de pequeños palacetes. Ejemplo de ellos son la Casa de los Leones, la Casa de Alcalá Zamora y la Casa de la Baronesa. En las cercanías está la iglesia de la Encarnación, el único edificio existente del desaparecido convento de carmelitas, del que toma el nombre. En su interior encontramos ejemplos de la imaginería que procesiona en Semana Santa. Adosada a ella está la plazoleta del Carmen, cuyo trazado puede identificarse con parte del claustro del convento.

Discurriendo por las calles del Agua y Magañas, se llega hasta el Convento de Santa Clara, congregación de monjas Clarisas que viven en clausura, donde resalta la impresionante portada barroca de su iglesia conventual, flanqueada por columnas salomónica.

Continuando por la calle Carnicería  podemos visitar el Antiguo Hospital de la Misericordia o la casa de los Condes.

Al cobijo de sus casas y haciendo honor al nombre de “ciudad de los manantiales”, apreciamos diversas fuentes.

 

Fuentes: Tríptico Alcaudete.