LA TRADICIÓN DE LA NOCHE DE LOS SANTOS O DE LAS GACHAS EN ALCAUDETE.

 

En Alcaudete, cuando llega el Día de Todos los Santos y Fieles Difuntos, comienza como en todo el mundo cristiano, la tradición de recordar a los fallecidos, dedicándoles especial atención por unos días: visita a cementerios con ofrendas florales y de luz, estas ofrendas de luz se extienden a los domicilios con el encendido de velas o las llamadas “mariposas”, ésta tradición consistía en encender a los difuntos lamparillas flotando en un platillo con aceite, con el propósito sin duda de salvar sus almas, cuando una de estas lamparillas se consumía se decía que un ánima del purgatorio había alcanzado por fin la luz, pero en el fondo era una especie de protección para que no vinieran a molestarnos durante esa noche en la que les daban suelta para que vinieran a saldar sus cuentas entre los vivos.

 

Pero, sin lugar a dudas, una de las tradiciones más ancestrales y que todavía se conserva con fuerza en Alcaudete, es la costumbre de tapar con gachas las cerrajas o cerraduras de las puertas.

 

Lo que conocemos se remonta a lo que nos cuentan, como se suele decir a “los más viejos de lugar”. Las familias después de cenar juntas, las tradicionales “gachas”, castañas y batatas cocidas o asadas con azúcar y canela. Con las sobras de gachas,  salían en un festivo ritual por las calles del vecindario provistos de una olla, con las que tapaban las cerrajas de las puertas. ¿Por qué sólo las cerrajas?, pues porque eran los únicos huecos de los que disponían exteriormente las casas, ya que en su inmensa mayoría carecían de ventanas, y las pocas que había estaban bien cerradas. ¿El origen de la costumbre?

 

Para los mayores esta noche “daban suelta” en el Más allá a los espíritus, los cuales en procesión recorrían a medianoche las calles de la población encabezados por la Muerte, bien atrancadas las puertas se colocaban en el único hueco que daba al exterior: la chimenea, unas tenazas del fuego abiertas en forma de cruz y en las puertas las gachas tapando la cerradura. ¿Para qué?

 

Se temía el paso de la procesión de los espíritus a medianoche. El fin de tapar la cerradura con gachas era evitar que entrasen en la casa contagiando la muerte a sus moradores, que también recuerda el acto de la colocación de las tenazas en forma de cruz en la chimenea, que indicaba la fe de sus moradores.

 

 

 

Este es el origen de una costumbre, que basa su tradición en el Antiguo Testamento cuando los israelitas señalaron sus viviendas con la sangre de un cordero para evitar que al pasar el ángel exterminador por Egipto muriesen sus moradores. Con esta señal el ángel, enviado por Dios, conocería la fe de los mismos.

 

Loli Molina

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